domingo, 11 de septiembre de 2016

Comenzar de nuevo

Me sorprende darme cuenta que han pasado casi tres años desde que comencé este blog. A lo largo de estos 3 años ha continuado el eterno sube y baja de kilos. Bajo 3, subo 6. Al final he tenido que aceptar algo: no puedo sola. Regresé con la última nutrióloga que consulté. Sí, la que me dijo que no entendía cómo no bajaba de peso teniendo la boda en puerta. La razón por la que regresé con esta nutrióloga es porque, de todos los especialistas que he consultado en mi vida, es la única persona cuyo método me parece que tiene sentido. En primer lugar no hay tal cosa como alimentos prohibidos. En cada visita ella diseña una dieta que idealmente debo seguir durante dos semanas. Dicha dieta limita mi ingesta diaria a 1700 calorías y, al mismo tiempo, busca cuidar la proporción de proteínas, carbohidratos y grasas que consumo de manera diaria. Mientras siga los lineamientos de la dieta ocasionalmente puedo comer aquellos alimentos que no aparecen en la dieta. La idea es que el sobrepeso no es consecuencia de una comida sino de un estilo de vida.

Además de la dieta es importante que tenga y mantenga una rutina de ejercicio. No tengo que pasar horas en el gimnasio. Con 30-60 minutos de ejercicio cardiovascular es suficiente. Eso sí, debo hacerlo 5-6 días a la semana. Finalmente, y lo que más gusto me da, es que no tengo que tomar pastillas de colores de dudosa procedencia.

Antes de comenzar la dieta me pidió una química sanguínea, perfil tiroideo y análisis de glucosa. La mala noticia es que algunos niveles están fuera de rango. La buena noticia es que parece ser que el daño es reversible. Los resultados de estos estudios me dejaron ver que, en cuestión de peso y sobrepeso, hay mucho más que tomar en consideración que el IMC. Pero eso es tema para otro día.

sábado, 5 de julio de 2014

Mi problema con los fines de semana

He sido una mala niña; mala, mala. No he escrito el diario de comida por 3 días: viernes sábado y domingo. Aunque, confieso, que he pensado en él. Recapitulando:

Viernes:
     Desayuno:
     Huevo revuelto con tortilla y queso
     Comida:
     Hamburguesa de puesto callejero
     Papas fritas con queso
     Cena:
     Media orden de fish and chips
     Media hamburguesa con queso
     Malteada de vainilla con jack daniels
     Cerveza

Sábado
     Desayuno
     Cereal con plátano
     Comida
      Platón compartido de botana española (morcilla, chistorra, tortilla española, champiñones, queso manchego, jamón serrano, calamares fritos, croquetas)
       Ensalada de lechuga con salmón ahumado con queso de cabra
       Palmitos
       pan con mantequilla
       medio flan
     Cena
    Estuve picando botana: salchichas, papas


miércoles, 16 de octubre de 2013

Pastel de Atún

Bueno, bonito y barato: el pastel de atún es un platillo sencillo y rico. Aquí tienen la receta.

Ingredientes:

Media cebolla
4 jitomates
3 latas de atún en agua
Pan de caja blanco
Queso rayado para fundir
Crema agria
Mantequilla
Una cucharada de aceite de olivo

Pasos:

Pica la cebolla y los jitomates. Luego ponlos a freír con el aceite de olivo en una olla pequeña. Antes de añadir el atún, elimina aproximadamente la mitad del agua con que viene enlatado. Mezcla bien. Si gustas puedes añadir un poco de albahaca. Debes obtener un guiso ligeramente caldoso.

Engrasa un refractario pequeño con la mantequilla. Corta las orillas del pan blanco. Extiende una cama de pan en el fondo del refractario. Cubre el pan con la mitad del guiso que tienes en la olla. Vierte un poco (2 cucharadas) de crema agria sobre la capa entera de atún que formaste. Ahora cubre esto con un poco de queso rayado. Extiende una segunda cama de pan. Cubre con lo que queda de la mezcla de atún. Agrega un poco de crema y culmina con queso. Mete el refractario al horno de 15 a 20 minutos a 180°C. Si tu horno cuenta con la opción "grill", enciéndela unos minutos al final, para que la cubierta quede ligeramente tostada.


martes, 15 de octubre de 2013

¿Qué me pongo?

Imaginen esto: Mujer joven se enfrenta a un clóset atiborrado de ropa preguntándose: "¿Qué me pongo?". Esta situación, la mayoría de las veces, termina tornándose en un caos absoluto. Sacas la mitad del clóset, te pruebas la otra mitad y nada te complace. Terminas por decir el consabido "No tengo nada que ponerme". Estoy segura de que todas las mujeres adultas han pasado por esto en algún momento. También estoy segura de que buena parte de la frustración se debe a una sola idea: "Estoy/ me veo gorda". 

Los estándares de belleza que dictan los medios de comunicación provocan serios problemas de autoestima en la mayoría de las mujeres. Todas nos hemos pasado horas frente al espejo examinando los gorditos, la celulitis, flacidez, estrías y más. ¿Pero qué pasa cuando tienes la certeza de que lo tuyo no es imaginación? Cuando tu IMC es superior a 30, estás gorda. No hay cómo darle vuelta a la verdad. No importa qué te pongas, te vas a ver gorda. 

En algún momento he escuchado una voz en mi cabeza respondiendo a la eterna pregunta con un "Lo que te quede". Y es que, cuando eres una gordita que durante años ha subido y bajado de peso varias veces, tienes el clóset repleto de ropa de diferentes tallas. Acumulas ropa "para cuando bajes de peso" y te alegras de no haber tirado tus jeans de tallas más grandes. En algún momento del camino te haces de un uniforme: compras pantalones de cierta talla, de cierta marca por montones. Igualmente te haces de un arcoiris de la misma blusa. Te sientes cómoda, crees que te ves aceptable y dejas de preocuparte por qué demonios te vas a poner.
             
 Hasta que te invitan a una comida/cena/boda/evento... entonces entras en pánico. 

Seguro tienes varios outfits lindos, perfectos para la ocasión. Incluso tienes un par de cosas que jamás te has puesto. El problema es que todo te queda chico; dolorosamente chico. Y es que una de dos: o lo compraste una talla más pequeña ("para cuando bajes de peso") o te pusiste a dieta para usarlo y luego recuperaste el peso. Se te ocurre hacer una dieta relámpago o ir a comprar más ropa (y una faja extrema). Cuando finalmente llega el gran día es difícil dejar de sentirse incómoda. No queda más que respirar hondo, vestirse y salir. Porque, si bien es cierto que estás gorda (nuevamente, cuando tu IMC es mayor a 30) también es cierto que a nadie le importa como a ti. 

Lo mejor que puedes hacer es tratar de bajar de peso y usar toda esa ropa que guardas, definitivamente. Pero si  esta vez no lo logras, no pasa nada. No termines poniéndote un vestido negro enooooorme para "ocultar tus lonjas" ni recurras a usar suéter en Cuernavaca para tapar tus brazos. Deja de esconderte; nadie te está observando (y si te están observando necesitan comprarse una vida propia). En cuánto acabe la fiesta puedes retomar la lucha contra tu cuerpo y seguir tratando de bajar de peso. Usa lo que te quede de tu clóset y úsalo con confianza. 

En noviembre tengo que asistir a una boda y sí, me preocupa no saber qué me voy a poner. Tengo un par de vestidos que me gustaría usar. Ninguno de los dos me queda. El primer reto es lograr usar alguno en noviembre. El segundo reto sentirme cómoda con mi cuerpo, sin importar si logré o no bajar de peso. El tercer reto es, al día siguiente, no abandonar los esfuerzos por lograr que esos vestidos me queden o me queden mejor. Ya verán la foto de lo que finalmente usé el día de la boda. 

domingo, 13 de octubre de 2013

Así comienza

Hace 7 años comencé un blog. Lo hice sólo por escribir y por desahogar ideas que rondaban mi cabeza. Era diciembre de 2006, me gustaba la canción "How to save a Life" de The Frey, Felipe Calderón recién había empezado su sexenio y Google acababa de comprar YouTube. En el primer post de dicho blog escribí:  "gordita, piel blanca, cabello rizado y obscuro." Al día de hoy utilizaría la misma descripción; aunque entre el "gordita" de entonces y el "gordita" de ahora han pasado muchas cosas.

Hice mi primera dieta a los 11 años. Una de mis tías me regaló un tratamiento en Clínicas Teo. No recuerdo cuánto pesaba al comenzar el tratamiento, pero sí recuerdo que medía 1.46 mts. Anhelaba ver cómo perdía peso tanto como anhelaba saber cuántos centímetros había crecido. Para el término del tratamiento medía varios centímetros más y pesaba varios kilogramos menos. Recuerdo de manera vívida a la mamá de uno de mis compañeros escolares diciendo: "¡Qué bárbara! ¡Qué bonita te ves así!" También recuerdo que fue la primera vez que me pregunté: "¿Pues cómo me veía antes?".

Claramente en algún momento de mi vida volví a subir de peso. Y volví a bajar. Y volví a subir. Durante los últimos veinte años (tengo 30), he luchado contra el sobrepeso. Podría decir que he hecho "todo lo habido y por haber", pero sería mentira. Jamás he hecho un dieta de sobres, por ejemplo. No me he sometido a ningún proceso quirúrgico ni a hipnosis. Lo que sí he hecho es un montón de dietas: la de la operación cardíaca (que según hacen quienes se deben someter a una operación), la del slim fast (un licuado en la mañana y uno en la noche), la de las ampolletas de alcachofa (pero no me tomé la alcachofa) y la que me recetaron nutriologos, bariatras, homeópatas, etc.

La última dieta que hice la comencé hace un año y medio. Fui con una nutrióloga a Médica Sur. Funcionó muy bien los primeros 3 meses. Bajé 12 kilos y luego me estanqué durante 6 meses. ¿Qué fue lo que pasó? Nada, la dieta funciona perfectamente, pero hay que hacerla. No basta con pagarle al nutriólogo, pesarte y que te regañen. Tampoco basta con hacer 45 minutos de ejercicio 4 veces por semana. Cuando dejé de ir con ella estaba a meses de casarme. Recuerdo que un día me dijo "Es que si no bajas de peso ahorita jamás lo vas a hacer". Luego, al ver mi cara de pánico y confusión, añadió "¿Cómo es posible que tengas una motivación como tu boda y no bajes de peso?". Pues no sé. Bajé como medio kilo más y ya, hasta ahí. Lo peor es que, pasada la boda, recuperé todo el peso que había perdido.

Ayer tuve un comentario en mi primer blog. Cuando lo abrí mi esposo lo vio de reojo y dijo: "Ay, tu olvidado blog." Poco después surgió la idea "deberías escribir otro blog". Una de las temáticas que le vinieron a la mente fue la de escribir sobre cómo bajar de peso. No es algo tan novedoso, pero podría funcionar. Escribir un blog no me va a hacer bajar de peso, pero podría ayudar. Por lo menos podría ayudar a desahogar todas las cosas que me enojan de ser "gordita".

Así comienza "Mi batalla contra el sobrepeso". La batalla que tengo veinte años ganando y perdiendo. Misma que no sólo se trata de mi batalla por perder peso sino la lucha contra la ropa, el espejo, los asientos de avión, los entrenadores de gimnasio, y más. Ser "gordita" es una joda, por cierto.